jueves, 12 de abril de 2012


Como dos niños grandes jugamos
a no pisar las rayas de las baldosas
de camino hacia ningún lado.

        Como dos niños grandes jugamos
al escondite entre las sombras
para no ser por nadie encontrados.

          Cuando la niña se aleja llorando,
el tiempo deja de marcar las horas
y se congelan momentos soñados.

Y el niño la ve marchar de su lado,
el cuerpo inmóvil, muda la boca,
y frías, en la distancia, las manos.

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                                        (“¿Y si... era ella?”, el niño piensa.)

                                        (La niña presiente que es él y sueña...)

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