El cielo de agosto

Lloró estrellas
el cielo de agosto,
lágrimas fugaces
en el pálido rostro,
el sudor en las manos
y el miedo en los ojos.

Y ahora, por un sendero
oscuro, angosto,
atemporal y gélido
camino sin retorno,
desde aquella noche
mágica de agosto.

Me siento una débil hoja
de un árbol en otroño,
que espera que el viento
la arranque de un soplo
y la haga caer 
en el suelo tosco.

Volveré a sonreír
cuando termine agosto.
Deshojaré margaritas,
si no eres tú, será otro.
Apenas dejaste huella...
Te olvidaré pronto.

Rompistéis una pieza
cada uno de vosotros
y me dejastéis el pecho
con el corazón roto.
¡Y aún sigue palpitando
a pesar de todo!

Olvidé los versos de mi canción

La inocencia me robaron los cuervos,
han borrado las notas de mi canción,
ya olvidé cantarla, olvidé sus versos,
y de mi existencia no recuerdo la razón.

Me quitaron de las noches su silencio
de la luna su misticismo y su pasión,
de los ojos sin lágrimas su misterio,
y de la mirada perdida el color.

Le robaron a mi alma su cuerpo,
a mi sonrisa la luz del sol,
a mi boca sus  inocentes besos,
y la sangre y sus latidos al corazón.

Me he quedado desnuda por dentro
y por fuera no sé ni quién soy,
sin nada que ofrecer al viajero
que bajará en la próxima estación.

Anoche soñé

Anoche soñé sonrisas sin lágrimas,
y primaveras verdes sin tormentas,
y cantos  de ruiseñor en la ventana
calmando la fiebre que me enferma.

Anoche soñé que era paloma blanca,
que en vez de volar en contra del viento
se dejaba llevar por él y bailaba
alzando el majestuoso vuelo.

Anoche soñé que era luz clara
en la noche oscura de mis sueños,
soñé que por el aire viajaba
formando parte del universo.

Anoche soñé que era agua salada
de los mares en los que sumerjo
tus anhelos y mis esperanzas
mis sentimientos y tus deseos.

Me susurran las palabras rotas

Me susurran las palabras rotas
de los versos que un día
pinté de color azul y rosa.

Que no canta en su nido la alondra,
ni vuela libre, prisionera de la vida,
ni busca nada que llevarse a la boca.

Que el poeta y la luna ya no se miran,
el uno no busca inspiración,
y la otra su admiración no necesita.

Que la soledad es una buena forma
de encontrarse a uno mismo
entre tantas desorientadas personas.

Que la luz del alma no es siempre
felicidad, que la tranquilidad emocional
es lo que busca el subconsciente.

Que a veces te pierdes entre la gente
que camina siguiendo los pasos de otros
y a veces te encuentras al perderte.

Niña

Quiero pintar lunas de colores
y volar en el cielo la cometa
que escapó de mis manos
una tarde gris de tormenta.

Quiero jugar a imaginarme
de niña saltando a la rayuela,
con mis rodillas marcadas,
tras las heridas de guerra.

Quiero una tarta gigante
de chocolate blanco y fresas,
con ocho velas que soplar,
allá por los años ochenta.

Quiero llorar de risa
y saltar de alegría inmensa,
mirar al espejo y ver la niña
que solía contar estrellas.

Esperando...

Esperando con los pies encadenados

a la roca de los sueños que murieron...

Esperando con las esposas en las manos,

entumecidas por el paso de los años,

encontrar el modo de liberar mi cuerpo.

Esperando la respuesta de un cielo gris,

sentada junto a la ansiedad de mis temores...

Esperando, del gélido invierno, el fin,

para salir de la amargura que corrompe

el pensamiento y poder sentirme feliz...

Como dos niños grandes jugamos

a no pisar las rayas de las baldosas

de camino hacia ningún lado.

        Como dos niños grandes jugamos

al escondite entre las sombras

para no ser por nadie encontrados.

          Cuando la niña se aleja llorando,

el tiempo deja de marcar las horas

y se congelan momentos soñados.

Y el niño la ve marchar de su lado,

el cuerpo inmóvil, muda la boca,

y frías, en la distancia, las manos.

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                                        (“¿Y si... era ella?”, el niño piensa.)

                                        (La niña presiente que es él y sueña...)

¿Quién?

¿Quién emborronó de tinta los versos
del poema que escribían tus ojos?
¿Quién te condujo descalzo al desierto?

¿Quién sedujo tu frágil inocencia?
¿Quién te hizo sucumbir de rodillas
pidiendo ante el dolor clemencia?

¿Quién congeló la sangre en tu cuerpo?
¿Quién  condenó a tus tímidos labios
a morir sin palabras ni besos?

¿Quién construyó castillos de arena
que las olas devolvían a la mar?
¿Quién te robó el alma de poeta?

La luna, mi luna...

Arde en deseos la luna creciente
por mirarte, por sentir un beso,
porque riegues su corazón seco
con caricias, se siente impaciente.

Se muestra radiante la luna llena
ante los vaivenes del destino,
y luce de gala y pureza un vestido
brillando invencible y eterna.

La luna menguante siente miedo
y se esconde de las sombras
que emite su luz, temerosa
de la fragilidad de su reflejo.

La luna nueva se mece dormida
en las aguas de la mar en calma
para que nadie puede despertarla
del sueño que anhela en su vida.

Vive la vida como si cada día fuera el "primero"

El presuponer que conoces a las personas que te rodean te insta a esperar de ellas ciertas acciones, actitudes y sentimientos. Si esperas de ellos jamás podrán sorprenderte, únicamente decepcionarte. Una buena lección que puede conducirte a la felicidad es pensar que cada uno de los días de tu vida es el primero. De este modo, cualquier hecho que se produzca a tu alrededor podrá maravillarte tanto como la primera vez. La naturaleza es sabia, y creo que esa es la razón por la que olvidamos muchos de los momentos que vivimos. La finalidad es que la vida pueda sorprenderte una y otra vez.
A veces nos obstinamos en no dejar atrás el pasado, intentando mantenerlo vivo en nuestra mente recordándolo. Y los recuerdos de malas experiencias vividas con anterioridad pueden conducirnos al error cuando en tu presente se da una situación similar. Quiero decir que la mente puede jugarnos malas pasadas cuando intenta comprender qué ocurre y lo analiza echando mano de experiencias anteriores. Sin embargo, no hay dos historias iguales, nada de lo que sucede en tu presente se dio en tu pasado, y nada de lo que vives hoy será igual a lo que vivirás mañana.
He leído millones de veces la frase: "vive la vida como si cada día fuera el último". Pero no recuerdo que nadie me aconsejase nunca vivir mi vida como si cada día fuera el primero. De este modo, no esperaré nada de nadie y la vida podrá maravillarme con cada pequeño detalle. Si cada día es el primero no hay recuerdos que puedan confundir mi realidad presente con nada de lo experimentado en otro tiempo.

Buscando respuestas

Busco las tristezas que me inhiben
mientras sueño primaveras verdes.
Busco mi latido descompasado y tenue
entre las sombras que me persiguen.

Busco de mis temores el por qué
mientras sueño en mi rostro sonrisas.
Busco las respuestas a la vida
entre los restos desaparecidos del ayer.

Busco en el camino las migas de pan
que dejé, para no perderme, al pasar.
Busco entre las líneas de un libro...
y entre los versos que aún no he escrito.

Y agotada buscando, me quedo dormida,
y sueño que la lluvia me estremece,
que acaricia mi cuerpo y siento realmente
que, aún después de morir, sigo viva.

Desde el silencio al olvido

Las palabras no llenan
los versos que escribo,
la música no suena
desde el silencio al olvido.

La guitarra no encuentra
los dedos de tus manos,
enmudecieron las teclas
del viejo y castigado piano.

El tiempo pasa solo y cansado,
mientras la mente inunda
de fría nieve y sueños blancos
al alma efímera y desnuda.

Cansados los años de sus meses
y los meses de sus días,
la gloria juega a esconderse
mientras la pena conmigo camina.

En los versos palabras escribo
desprovistas de sentimiento,
porque ya no siento lo que vivo
y camino al olvido desde el silencio.

Pesadillas

A pesar de haberme

contenido las lágrimas,

la sensación de tierra estéril

ha vuelto a mi alma.

La angustia de la pesadilla

aún perdura al despertar,

el oxígeno me falta alrededor,

me cuesta respirar.

 Abro la ventana del salón

para que entre el aire,

me asomo y el dolor del pecho

me empuja a tirarme.

¿Qué pienso? Me asusto.

De la ventana me alejo.

Por volver a la realidad discuto

conmigo misma… y despierto.

De un trago...

Me bebo las lágrimas de un trago
mezladas con crema de orujo
para que el cigarro que me fumo
no me deje sabor a fracaso.

Me bebo las lágrimas sin dudarlo,
para ocultar el distorsionado reflejo
de mi silueta en el espejo
y poder continuar caminando.

Me bebo las lágrimas que no he llorado,
mientras escucho la canción de U2:
“I still haven´t found what I´m looking for”
y dejo la mente en blanco.

Me bebo de estos versos amargos,
sin tener sed, las lágrimas.
Y aquellas que, sin querer, resbalan,
al sol de la mañana las dejo secando.

París...

De aquella tarde de invierno
junto al mirador del Sacre Coêr,
me quedo con la botella vacía
del agua que me diste a beber.

De aquella tarde de frío intenso,
me quedo con la fotografía
del árbol de tristes ramas
delante de la torre Eiffel.

De aquel diciembre y aquel enero,
me quedo con la tenue sonrisa
de aquel cuadro del Louvrè,
y no con la del muerto en pie.

Las vendas que cubren los ojos

Las vendas cubren los ojos
del que no ha respirado
en su vida más que el perfume
de las flores de su limitado prado.

Y sintiéndose benévolos jueces,
sobre ti, una sentencia han dictado,
castigándote de por vida a sufrir
el destierro más amargo.

El ciego por voluntad propia,
porque no quiere ver, te ha juzgado.
El ignorante por mezquina necedad
con una X te ha marcado.

El hierro candente en la frente
te distingue como al ganado.
Y dejas de ser persona a los ojos
del animal que ha golpeado su mazo.

Es cierto...

Es cierto que el dolor
ha sanado dentro de mí,
pero mi piel quedó impregnada
de su nauseabundo olor.


Es cierto que el tiempo pasa
y aunque me obstiné en el ayer,
hoy vivo por hoy,
hoy vivo por mañana.


Y respiro por los sueños,
y sueño porque respiro
el aire que compartimos
las dos bajo el mismo techo.


Es cierto que a ti te debo
todo cuanto he luchado.
Es cierto que por ti respiro
y que porque respiro sueño.

Tu sonrisa

Tu sonrisa me ha devuelto

con billete de ida, sin retorno,

al mundo de sueños al que pertenezco.

Tu sonrisa ha purificado mi alma,

y ha iluminado los sentimientos

de mi estrella en el cielo olvidada.

A oscuras tantísimo tiempo,

que ahora la luz me ciega,

provocando un absurdo miedo.

Temor porque la luz solo sea

el rayo que precede al trueno

en una irracional tormenta.

Pero tu sonrisa en silencio

me mira, me calma y me recuerda

que somos palabras de un mismo verso.

De un verso de un poesía

que dentro de ti comienza

y en mí nunca termina.